Verdaderos tesoros que ahí permanecen, rodeados de versos, de muchas palabras cual joyas que resplandecen, tomando de ellas lo que nos corresponde, en acontecimientos pasados o presentes, nos llevaremos lo que mencionamos, de ayeres que ya pasaron y de aquí en adelante los presentes para ser recordados...

domingo, 21 de marzo de 2010



Buenos días don Cosme!!!! pasa Martín ¿cómo estás?
bien don Cosme, que buena sombra hace aquí bajo esta árboleda de la casa,
si Martín, que sucedía, porque no habías venido,
el trabajo Don Cosme, los pendientes por hacer, etc
pero mire, aquí estoy de nuevo con mi visita,
Toñaaa,Toñaaa, grita Don Cosme, la Sra. Toña viene a saludar,
hola Martín, que bien que nos visitas, si Sra toña me da gusto verlos,
te nos pierdes Martín, te nos pierdes musita la Sra Antonia,
trataré de venir mas seguido, a veces las actividades del trabajo, etc
pero trataré de visitarlos sin dejar pasar muchos días,
los ojos cansados de esos ancianos, me decían mucho,
yo los miraba y comprendía que hay miradas que no necesitan abrazos,
iré a traer café, hoy hice galletas de esas que te gustan Martín,
que bien Sra toña, en la plática las guayabas y las naranjas hacían ruido al caer
los mangos se balanceaban por el viento vespertino, el olor a café,
inundaba de pronto el lugar, un mantel sobre la mesa en el jardín,
unas galletas colocadas una sobre otra, como un adorno sobre el plato,
invitaban a saborearlas, Don cosme, balanceándose sobre su silla mecedora,
me contaba historias asombrosas de su juventud,
su voz ya cansada se detenía un poco, y hacía pautas para de nuevo platicar,
siempre había temas diferentes que tratar,
a Don Cosme le interesaban los temas de religiosidad, mostraba interés,
y me decía que admiraba al Dios del universo,
algunas veces hablábamos de los hijos que tuvo con la Sra toña,
de los cumpleaños por venír y que platillos harían para celebrar,
pasada la tarde, en aquel jardín de muchos árboles, llegaba el atardecer
y de pronto la noche, llegaba la hora de despedirme, y de agradecer ese café,
y esas galletas hechas por la Sra toña,
una tarde cercana a esa visita, ya no encontré a Don Cosme,
una Sra de mirada cansada con los ojos mas tristes que no he visto jamas,
me musito, Martín, Cosme esta muy enfermo, dijo el Dr que nos resignemos,
un cáncer ha invadido su cuerpo, se ha expandido y no hay remedio,
unas lágrimas asomaban a los ojos de la Sra toña,
un abrazo de resignación y unas palabras de consuelo le pude decir,
una cama de hospital fue puesta en la casa de Don Cosme,
al visitarlo al siguiente día muy temprano,
lo postrado, un abrazo y palabras de ánimo le mencioné,
horas mas tarde, Don Cosme, partió para siempre, se fue así como quiso él,
embriagado por el que siempre admiró,
y en aquél lugar de esa casa llena de sombra de árboles,
las pláticas hicieron ecos y se quedaron gravadas ahí, el olor a café,
y las galletas adornadas como obras de arte sobre un plato blanco,
quedaron retratadas poniendo en mi mente, las mismas escenas,
que llegan de nuevo, y cuando me encamino por ese lugar,
la casa sola, pero llena todavía de presencias naturales que se niegan a morir,
hojas secas que al pisar, provocan ruidos que puedo escuchar,
la Sra toña tampoco está, de ahí se fue con uno de sus hijos,
pero esa casa, si hablara, diría que extraña el olor a café, a galletas horneadas,
a dos ancianos simpáticos que se llevaron mi corazón,
y al pasar por ese lugar, nostalgia indescriptible me inunda,
varios árboles, un jardín, dos seres fantásticos que recuerdo,
poco a poco me alejo de ahí, no sin antes decir,
algún día, volveremos de nuevo a pláticar...






Martín.



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