Cuando un padre se va, se va también junto con el un pedazo de tu vida misma, lo que no se va y queda para siempre son innumerables recuerdos que cuando los atrapas deseas revivir tan bien y recordar cada vivencia a su lado, cuando un padre se va, no sabes si llorar mas o detener tu llanto para que tu dolor no se agrande y se resquebraje tu alma que se une a la suya para reconfortarla, cuando mi padre se fue, yo trataba de despertar de tan funesto sueño que se convertía en una triste realidad, lo veía tan dormido en su sueño eterno, tan cerca de mi, pero separados para siempre, tan cerca de mi que ya no podría abrazarle, dio tanto amor para todos que ya no le cabía en sus brazos, lo que recuerdo siempre de el, era su sonrisa franca y sus manos llenas de deseos para dar, unidas a su corazón que rebozaba de divinidad que solo al estar en linea directa con Dios, se elevaba hacia lo alto contactando su alma en los misteriosos pero divinos paisajes de cristiandad, el se fue, dejando en su partida tanta estela de recuerdos que permanecerán en la memoria de cada uno de los que el hizo feliz, decía que no le tenia miedo despedirse para siempre de la vida, le fue dada esa innata valentía, pero tan solo creo que su alma hablaba por el, sabiendo con certeza lo que le esperaba, cuando después de que sus últimos suspiros le arrancaran la vida, los ojos lloran a veces por felicidad, pero también lloran por las penas que el alma aprisiona, recuerdos que saco del baúl y que al abrirlo veo venir por una calle a mi padre y que corriendo voy a su encuentro, tumbándome en sus brazos, creo que a veces necesito la pincelada indispensable en mi lienzo para escribir en letras grandes "Padre te necesito" y dibujar a un Señor con pelo blanco y que al verme llegar esbozar una sonrisa de cordial saludo, a ti padre donde te encuentres, no habrá nada que pueda hacerme olvidar de tu recuerdo y en cada escena de mis sueños y de mi vida siempre estarás presente.
Don Ricardo Gómez Molina(+Ago.2008)
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