Voy a buscar la nebulosa
que me permitió escoger una estrella que no era mía,
la dejaré ahi despacio sin hacer ruido
con los pensamientos que ahí se escuchan,
caminaré despacio deseando detener el tiempo
para no escapar de ella
tal vez la pueda descubrir de nuevo
en la eteriedad de eternidades insospechadas,
antes de dejarla suspendida
como esfera adornando los crepúsculos luminosos,
la sostendré muy fuertemente
para guardar un poco de su luz escarchada,
la dejaré dormida y cuando despierte
aunque no me vea sea siempre una radiante estrella,
nebulosa bendita que me permitiste tomarla,
ahora la devuelvo a tus dominios
antes de marcharme le daré un beso
para que sea eterno
y que su luz siempre me ilumine...
Martín.