Es bueno que me quieras
con el mundo de mis imperfecciones,
de arrebatos de inconciencia
y de mis labios haciendo contacto indeleble
como diamante abrazador junto a los tuyos,
de querer hacer sombras inmortales
deteniéndose para siempre en el tiempo,
en el derrumbe de murmullos incrustándose
en cada poro de tu piel y de tu alma que los abraza,
descubriendo que eres semejante a una flor en mi desierto
y de mi ser íntimamente tuyo como fiera indomable,
soltándote el pelo, ofreciéndome tu boca,
encontrando que no hay otro sabor que el mío mismo,
que tus perfumes no se han ido con otro,
que me sigues viendo en tus versos y tu en los míos,
extrañas casualidades que juntan nuestros polos sin separarlos,
amándonos y de pronto no,
es bueno que me quieras,
así me doy cuenta que vibras en el sol
que entibia los encuentros que nos entregamos,
que eres de alma barbara,
temblando como huracán viviendo del amor que te entrego,
tu luz es de fuego y tu perfume es de antorcha encendida,
ofreciéndome tu universo sereno, haciendo la dicha perfecta
cuando me ofreces tu cielo.
Martín.