Verdaderos tesoros que ahí permanecen, rodeados de versos, de muchas palabras cual joyas que resplandecen, tomando de ellas lo que nos corresponde, en acontecimientos pasados o presentes, nos llevaremos lo que mencionamos, de ayeres que ya pasaron y de aquí en adelante los presentes para ser recordados...

miércoles, 21 de julio de 2010




Existen recuerdos que el tiempo jamas borra, en mi época de estudiante cuando pase de grado escolar al tercer año de la escuela primaria, nos presentamos todos los alumnos en el primer día de clases, como era de esperarse llegarían nuevos integrantes a unirse con el grupo, llegados de otros lugares o escuelas, el olor a un salón aseado, se inundaba con el olor a aceite para el piso y la gritadera de los ocupantes en cada pupitre, hacían el murmullo en el salón de clases, llegaría la nueva maestra a ordenar a todo mundo con el clásico, ¡¡¡silencio!!! y después de un momento hizo su gala de aparición la nueva maestra, se presentó y nos informaba a cada alumno la forma en que trabajaría junto con nosotros, de pronto un toquido en la puerta del salón interrumpió sus palabras, uno de los alumnos se levantó con la autorización de la maestra para abrir la puerta, apareció un chico sentado en una silla para minusvalidos y detrás de él, una señora que apoyaba sus manos para maniobrar la dirección de la silla, el chico solo sonreía, mientras la señora que era su madre, hablaba con la maestra, la señora se fué y se quedo aquel niño con su uniforme y sus zapatos desgastados por el tiempo, la maestra lo presentó, y dijo, les presento a su nuevo compañero, su nombre es Carlos, hagan cada uno de ustedes amistad con él y les encargo que tengan cuidado al correr cerca de su lado, la mañana transcurrió y en el recreo, casí todos los del grupo escolar lo rodeaban,¿que te paso?, ¿porque no caminas?, ¿no batallas mucho jalando la rueda de la silla para trasladarte? así no podrás jugar foot ball ni correr en el recreo, bastaba para ver su mirada y darse cuenta que no le gustaba que le hicieran ese tipo de cuestionamientos, con el paso de los días mostró su inteligencia, era el primero en contestar los formularios de los libros, cuando pasaba a la pizarra elaboraba las operaciones aritméticas al instante y hechas correctamente, también con el paso del tiempo me dí cuenta que era el patito feo de algunos, se mofaban de él, y cuando hacíamos el equipo para realizar investigaciones la mayoría lo relegaba, recuerdo aquel día que su madre no se presentó para llevarlo de regreso a su casa, el movía su cabeza hacía todos lados esperando verla en la distancia y casi todos se habían ido, yo me había quedado un instante más y al pasar cerca de él y movido por un sentimiento le dije, hola Carlos, ¿No vinieron por ?
bueno pues, haré un poco de ejercicio llevándote a tu casa, ¡¡manos a la obra!! le entregué mi mochila que tomó en sus brazos junto a la suya, y me encaminé a su casa, él me guiaba, lo encontré divertido desde mi punto de vista, tras caminar unas cuantas calles, bañados por el sol que quemaba en el verano de Sonora, por fin llegamos a su casa, mira ahí esta mi casa, ¿verdad que es fea? creo que no, contesté, tu casa es como las casas que yo dibujo, con chimenea arriba por donde sale el humo, y reímos de buena gana, su madre nos recibió, encontrándonos cerca de la puerta de la casa, y diciéndole a Carlos, mandé a tu hermano por , ¿no lo viste? no mamá, la señora se dirigió conmigo y me dio las gracias por haberlo traído, me despedí de ellos y me encaminé a mi casa que estaba un poco lejos de aquél lugar. cuando jugábamos football, Carlos era el observador, desde su silla lanzaba hurras, algunas veces convivía con él y alguna de las veces me dijo que si todos fueran como el que relata esto, (humildemente) su vida fuera otra, con el paso de los meses llego diciembre, la maestra ideó una obra de navidad, todos escogían el personaje y poco a poco noté como Carlos quedo fuera de los grupos, yo iba a ser San José y dije a los demás, creo que mi personaje lo puedo dar a Carlos, y yo puedo ser un pastor, o viseversa, la respuesta de la mayoría fue, no y no, todo esta armado y ya no hay lugares, a la maestra le llamó la atención la trifulca y fue hacía el grupo, ¿que pasa aquí? lo que sucede maestra, contesté, Carlos no tiene lugar en ningún grupo, y yo sugería que tal vez yo le entregué mi libreto y él sea San José y yo puedo ser un pastor, o viseversa, él pastor y yo San José, la maestra se dirigió a Carlos y le dijo, escoge, que deseas ser, San José o un pastor, mientras Carlos pensaba la maestra musitó, creo que podrás ser San José, y sin que nadie se diera cuenta la maestra me hizo un guiño con su ojo, y a partir de ese momento me hice de enemigos gratis,¡¡¡ porque lo hiciste!! la obra no se observará bien, nos veremos ridículos con tu plan, etc , etc,
las mofas y burlas siguieron con mas ahinco, se reían de Carlos, no porque olvidaba lo que correctamente se había memorizado a la perfección, sino porque le decían que no sabían que San José fuera tan pobre y no caminaba. En el día de la obra, los familiares hicieron acto de presencia en el aula audiovisual de la escuela, todos y cada uno de los grupos realizábamos una práctica detrás de las cortinas rojas que pronto se alzarían para empezar la obra, Carlos no llegaba, yo me asomaba tras una ventana que daba hacía la calle esperando verlo junto a su madre que lo empujaba en su silla, y nada, no apareció, la obra empezó, y yo qué algo me había aprendido del argumento, hice el papel de San José. Carlos jamas volvió a la escuela, las clases siguieron y en unos días llegarían las vacaciones decembrinas,Carlos no soportó las burlas hirientes de los demás niños hacía su persona, y al terminar las labores escolares de cierto día, me encaminé a su casa, note que no salía humo de la chimenea de la casa que después me enteré, era el humo de los alimentos que preparaba su madre, toqué algunas veces a la puerta y detrás de mi apareció una persona que me informó que la familia se había retirado de ahí porque Carlos ya no quiso seguir estudiando en la escuela a la que acudía, y tomaron una oportunidad de un familiar de la madre de él para irse a radicar a otra ciudad, en donde había una escuela y había también niños especiales como él, me retiré de ahí un poco cabisbajo, meses atrás había pasado por ese lugar trayendo a Carlos a su casa, al voltear, la casa no despedía el humo habitual de las casas que yo dibujaba con la chimenea arriba de ella y el humo escapando perdiéndose en el aire, la vida también algunas veces es insondeable, si algún día Carlos leyese este escrito, quiero decirle que hizo mucha falta ese día en la obra de navidad, que su casa no era fea y era la casa de mis dibujos, que espero algún día encontrarle y estrechar su mano en señal de una amistad que no se borró con el tiempo, a Carlos, este pequeño tributo en esta página.

Martín.

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