Verdaderos tesoros que ahí permanecen, rodeados de versos, de muchas palabras cual joyas que resplandecen, tomando de ellas lo que nos corresponde, en acontecimientos pasados o presentes, nos llevaremos lo que mencionamos, de ayeres que ya pasaron y de aquí en adelante los presentes para ser recordados...

sábado, 1 de diciembre de 2012

No era...



Abrí el regalo y escapó de él la bruma del recuerdo, me dí cuenta que no era el árbol,  no eran las luces y las esferas que guardaban dentro de ellas las voces atrapadas del pasado, las sorpresas de aquellos presentes infantiles y esperar el día siguiente para jugarlos, no era el nacimiento bajo el árbol, de las figuras bien acomodadas y el niño Jesús a un lado de María y José sus padres, no era el olor a pintura de la casa recién pintada, ni aquella vajilla que servida en la mesa abrazaba la cena navideña, tener ese árbol luminoso era desenterrar los recuerdos y volver a vivirlos de nuevo, tener las luces de colores en la ventana era volver de nuevo a ansiar aquellos años y escuchar aquellas voces y aquellas miradas que ya no están, se asoman con certeza esos recuerdos y llegan a lastimar con esos dardos decembrinos, fríos y arrancados del corazón para dejar escapar lo que se debe de recordar con felicidad y no con tristeza y lágrimas, abrí el regalo y su vacío fue lo mejor que pude tener porque lo llenó todo, era el regalo sin precio porque era incalculable, me pertenecía solo a mi y lo tendría todo el tiempo que quisiera, la noche de navidad pasaría, esperaría la siguiente para abrír de nuevo mi regalo.

Martín.


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