Caía la luna resbalándose en las aguas sin tempestad alguna,
apacible y serena se dejaba dibujar en las sombras nocturnas,
mientras yo pedía una señal para detener el tiempo en sus alas,
se marcharía para siempre quedando su luz en mis horas eternas,
en esas aguas cálidas que un día sin fin con fuerza la abrazaron,
y en la quietud oscura de un verano en el otoño extraviado la besaron,
detén un poco la marcha que poco a poco de mi te están alejando,
el mañana es otro día y cuando llegue te estaré extrañando...
Martín...
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