Sol de día y luna de noche,
de velas que llevan hacia las estelas luminosas,
de reflejos que se dibujan
en ondeadas olas de un océano impredescible,
estrellas que se tocan
sin poderse adueñar de ellas,
el cielo las reclama,
horizontes nocturnos que esperan el alba
volviendo a la luna invisible,
y cuando no la observo
la dibujo con un compás que regresa del alma,
ahí permanece, ocultada a veces de las nubes
que cubren su entorno,
de nuevo aparece, llenando horizontes
con luces boreales que alivian la calma,
de aquel sol que atrapa su estampa,
de nuevo la quiere, se adueña de ella,
la luna lo sabe, la luna lo espera
aun mas allá del sol siempre lo quisiera...
Martín.
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