Las campanadas tocaron y cantaron en sus notas la partida inminente de aquellos amigos que perdí para siempre, se fueron sin despedirse surcando divinos montes en donde los destinos los jalaron llevándolos a sorpresivos finales que marcaba el reloj de la vida en cada uno de ellos, Leobardo Félix, amador de los caballos y de la vida campirana, decía él, que algún día tendría un caballo pura sangre, platicaba poco dejando que las palabras de los que estábamos reunidos alegraran su cara dejando escapar una sonora carcajada, era un bromista empedernido, si traía sus manos detrás de su espalda era porque buscaba una víctima a quien asustar, cuidado decíamos, Leobardo viene..........
Julio Alberto, era el listo del salón de clases, inteligente,se sabía todas las programaciones del cine y de los canales de tv, envidiábamos sus ojos verdes que eran capaces de derretir a la chica que se cruzaba en su camino, admiré siempre los valores que portaba sobre su comportamiento, los juegos de mesa eran siempre de su predilección cumplió el deseo de su vida viajando por el mundo, conociendo Europa, el continente de sus anhelados sueños..........
Martín Coronado, el travieso, el que se reía de todo, el que no podía aquietarse porque siempre estaba pensando alguna ocurrencia, era el peleonero que luego buscaba una reconciliación y lo aceptábamos de nuevo porque traía ya en su pecho la nobleza que le hacia resaltar.......estos erán mis amigos, a los que ya no veo,
se quedarón grabadas sus caras y los dones que cada uno de ellos me enseñaron a buscar, erán mis amigos que entraban cuando los demás se iban, erán mis amigos como esos hermanos que Dios olvidó darme.......
Martín.
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