La veía llorar posando sus ojos
sobre la llanura de sus recuerdos
y al cerrar sus ojos resbalaban rayos cristalinos
cayendo gotas lentas
cayendo gotas lentas
como lloviznas de esos crudos inviernos,
aparecía el sol y acariciaba su cara
cuando todo esto acontecía,
y si recién amanecía,
caminaba sobre nubes hechas con los crisantemos.
permanecía mirando el cielo
respirando sus perfumes en éxtasis divino,
añorando a las almas
que en un último adios de ella habían partido,
ella era un ángel que al abrir sus alas
iluminaba los confines nublados
de aquellos que en sus caminos fortuitos
la habían encontrado,
dejaba caer sus lágrimas que yo juntaba
para dejarlos en mis sueños
que endulzarán mis arroyos
de anhelos fabricados con ilusiones,
apareciendo en sus orillas follajes
para recostarme y mirar hacia lo alto
para encontrarla de nuevo,
y quitar de su textura lágrimas encendidas
que su sensibilidad dejaba escapar
haciéndolas caer en estampidas,
quizas la encontraré algun dia,
quizas no, y que importa
tuve lo mejor de su vida...
Martín...